Impregnarse de olor a tinta y papel

*En el Centro Histórico de la ciudad de Xalapa, la Biblioteca Carlos Fuentes podemos encontrarnos murales, frases literarias, iconografías deslumbrantes y, sobre todo, un silencio extraño para estos tiempos y un olor cada vez menos conocido

Carolina Miranda

Xalapa, Ver.- En la calle, el olor a humo de camiones urbanos invade el ambiente, el murmullo de la gente se escucha a lo lejos, con todo y el griterío de niños que juegan en el parque central de la ciudad; adentro del recinto que visitamos hay un silencio extraño para estos tiempos y un olor cada vez menos conocido por las nuevas generaciones, un olor a papel y tinta impresa.

Desde los ventanales se alcanza a observar el barullo del mítico Parque Juárez de la ciudad de Xalapa, con todo y sus puestos de hot cakes, hot dogs, chicharrones, refrescos  y tacos de canasta; adentro parece una capsula aislada, donde el olor a libros penetra todos los poros de la piel.

“Portamos lo que somos en dirección de lo que queremos ser: voces en el coro de un mundo nuevo en la que cada cultura haga escuchar su palabra”, se lee en una de las paredes de la Biblioteca Carlos Fuentes del Centro Histórico de Xalapa.

Una frase del escritor y diplomático mexicano cuya nombre fue elegido para darle vida a un lugar silencioso pero en movimiento, aun en estos tiempos modernos donde Wikipedia y Google pretenden suplir a los libros, a las enciclopedias que antaño aparecían en los libreros de nuestros padres y abuelos.

Un mural de un colibrí con sus alas extendidas, imágenes revueltas de Alicia en el País de las Maravillas y frases de obras literarias acompañadas por iconografías deslumbrantes llaman la atención en cada rincón del recinto del saber.

“El fantasma existe, me lo temo, dijo Lord Canterville”, se lee en una pared evocando a Oscar Wilde; y así en otras aparecen frases que rinden tributo a Lewis Carroll, con sus aventuras fantásticas de Alicia por distintos mundos.

Las fotografías de exposiciones en uno de sus pisos, los coloridos cartelones y murales que uno se topa por doquier en las entrañas del edificio, son sólo el preludio del verdadero tesoro que guarda la biblioteca fundada en los años ochentas: Los Libros.

El olor a papel y a tinta es inconfundible y al abrirlos las letras hacen surgir historias de la vida misma e historias de la ficción. Docenas de colecciones con sus cerca de 25 mil libros para consulta de cualquiera, desde un niño, estudiante hasta cualquier adulto.

Se creería que es un espacio en peligro de extinción, pero nada más alejado de la realidad: jóvenes estudiantes de primaria, secundaria, bachillerato y hasta licenciatura, acuden regularmente a consultar obras antiguas; estudiantes de posgrado que buscan fuentes confiables para sus investigaciones o hemerotecas que les permitan zambullirse a las noticias de antes.

Ahora en esta época, también la Biblioteca Carlos Fuentes se convierte en un atractivo turístico, un remanso para la tranquilidad y un oasis del saber, algo tan necesario en tiempos de bárbaros.

Compartir: